should auld acquaintance be forgot, and never brought to mind? should auld
acquaintance be forgot, and auld lang syne! Chorus-for auld lang syne, my
dear, for auld lang syne, we'll tak a cup o' kindness yet, for auld
lang syne.
And surely ye'1l be your pint stowp! and surely i'll be
mine! and we'll tak a cup o' kindness yet, for auld lang syne. for
auld, &c. We twa hae run about the braes, and pou'd the gowans
fine; but we've wander'd mony a weary fit sin' auld lang syne. for
auld, &c. We twa hae paidl'd in the burn, frae morning sun till
dine; but seas between us braid hae roar'd sin' auld lang syne. for
auld, &c. And there's a hand, my trusty fere! and gie's a hand o'
thine! and we'll tak' a right gude-willie waught, for auld lang
syne. for auld, &c.
Esta canción la cantabamos todas las noches al irnos a la cama, en el campamento al que nos mandaban en verano, en Villefranche de Rouergue, Francia, con otra letra en francés que tenía que ver con nuestra vida allí. Y he creido que para despedir el año era la adecuada. ¡¡Feliz Año Nuevo!!
Con permiso via a dentrar aunque no soy convidao, pero
en mi pago, un asao no es de naides y es de todos. Yo via cantar a mi
modo después que haiga churrasquiao.
No tengo Dios pa
pedir cuartiada en esta ocasión, ni puedo pedir perdón si entuavía no
hei faltao; veré cuando haiga acabao; pero ésa es otra cuestión.
Yo
sé que muchos dirán que peco de atrevimiento si largo mi
pensamiento pal rumbo que ya elegí, pero siempre hei sido
ansi; galopiador contra el viento.
Eso lo llevo en la sangre dende
mi tatarabuelo. Gente de pata en el suelo fueron mis
antepasaos; criollos de cuatro provincias y con indios
misturaos.
Mi agüelo fue carretero, mi tata fue domador; nunca se
buscó dotor pues se curaban con yuyos, o escuchando los murmullos de un
estilo de mi flor.
Como buen rancho paisano nunca faltó una
encordada, de ésas que parecen nada pero que son sonadoras. Según el
canto y la hora quedaba el alma sobada.
Mi tata era sabedor por lo
mucho que ha rodao. Y después que había cantao destemplaba cuarta y
prima, y le echaba un poncho encima "pa que no hable
demasiado..."
La sangre tiene razones que hacen engordar las
venas. Pena sobre pena y pena hacen que uno pegue el grito. La arena es
un puñadito pero hay montañas de arena
No sé si mi canto es lindo o
si saldrá medio triste; nunca fui zorzal, ni existe plumaje más
ordinario. Yo soy pájaro corsario que no conoce alpiste.
Vuelo
porque no me arrastro, que el arrastrarse es la ruina; anido en árbol de
espina lo mesmo que en cordilleras sin escuchar las zonceras del que
vuela a lo gallina.
No me arrimo así nomás a los jardines
floridos. Sin querer vivo alvertido pa' no pisar el palito. Hay pájaros
que solitos se entrampan por presumidos.
Aunque mucho he
padecido no me engrilla la prudencia. Es una falsa experiencia vivir
temblándole a todo. Cada cual tiene su modo; la rebelión es mi
cencia.
Pobre nací y pobre vivo por eso soy delicao. Estoy con los
de mi lao cinchando tuitos parejos pa' hacer nuevo lo que es viejo y
verlo al mundo cambiao.
Yo soy de los del montón, no soy flor de
invernadero. Soy como el trébol pampero, crezco sin hacer barullo. Me
apreto contra los yuyos y así lo aguanto al pampero.
Acostumbrao a las
sierras yo nunca me sé marear, y si me siento alabar me voy yendo
despacito. Pero aquel que es compadrito paga pa' hacerse
nombrar.
Si alguien me dice señor, agradezco el homenaje; mas, soy
gaucho entre gauchaje y soy nada entre los sabios. Y son pa' mi los
agravios que le hagan al paisanaje.
La vanidá es yuyo malo que
envenena toda la huerta. Es preciso estar alerta manejando el
azadón, pero no falta el varón que la riegue hasta en su puerta.
El
trabajo es cosa buena, es lo mejor da la vida; pero la vida es
perdida trabajando en campo ajeno. Unos trabajan de trueno y es para
otros la llovida.
Trabajé en una cantera de piedritas de
afilar. Cuarenta sabían pagar por cada piedra polida, y era a seis
pesos vendida en eso del negociar.
Apenas el sol salía ya estaba a
los martillazos, y entre dos a los abrazos con los tamaños piegrones, y
por esos moldejones las manos hechas pedazos.
Otra vez fui
panadero y hachero en un quebrachal; he cargao bloques de sal y también
he pelao cañas, y un puñado de otras hazañas pa' mi bien o pa' mi
mal.
Buscando de desasnarme fui pinche de escribanía; la letra
chiquita hacía pa' no malgastar sellao, y era también apretao el sueldo
que recibía.
Cansao de tantas miserias me largué pal
Tucumán. Lapacho, aliso, arrayán, y hacha con los algarrobos. ¡Por dos
cincuenta! Era robo pa' que uno tenga ese afán.
Sin estar fijo en un
lao a toda labor le hacía, y ansí sucedió que un día que andaba de
benteveo me topé con un arreo que dende Salta venía.
Me picó ganas
de andar y apalabré al capataz, y ansí, de golpe nomás el hombre me
preguntó: ¿Tiene mula? Cómo no le dije . Y hambre, de más.
A la
semana de aquello repechaba cordilleras, faldas, cuestas y
laderas siempre pal lao del poniente, bebiendo agua de virtiente y
aguantando las soleras.
Tal vez otro habrá rodao tanto como he rodao
yo, y le juro, creameló, que he visto tanta pobreza, que yo pensé con
tristeza: Dios por aquí no pasó.
Se nos despeñó una vaca causa de
la cerrazón, y nos pilló la oración cueriando y haciendo asao; dende
ese día, cuñao se me gastó mi facón.
Me sacudí las escarchas cuando
bajé de los Andes, y anduve en estancias grandes cuidando unos
parejeros; trompeta, tapa y sombrero, pero pa' los peones, de
ande.
La peonada, al descampao, el patrón, en Güenos
Aires. Nosotros, el cuello al aire con las caronas mojadas, y la
hacienda de invernada más relumbrosa que un fraile.
El estanciero
tenía también sus cañaverales, y en los tiempos otoñales juntábamos los
andrajos, y no íbamos p'abajo dejando los pedregales.
Allí nos
amontonaban en lote con otros criollos, cada cual buscaba un hoyo ande
quinchar su guarida, y pasábamos la vida rigoriaos y sin
apoyo.
Faltar, no faltaba nada: vino, café y alpargatas. Si habré
revoliao las patas en gatos y chacareras. Recién la cosa era fiera al
ir a cobrar las latas.
¡Qué vida más despareja! Todo es ruindad y
patraña; Pelar caña es hazaña del que nació pal rigor. Allí había un
solo dulzor y estaba adentro e'la caña.
Era un consuelo pal
pobre andar jediendo a vinacho. Hombres grandes y muchachos como
malditos en vida, esclavos de la bebida se lo pasaban
borrachos.
¡Tristes domingos del surco los que yo he visto y
vivido! Desparramaos y dormidos en la arena amanecían, a lo mejor
soñarían con la muerte o el olvido...
Riojanos y
santiagüeños, salteños y tucumanos, con el machete en la mano volteaban
cañas maduras, pasando sus amarguras y aguantando como
hermanos.
¡Rancho techao con maloja, vivienda del peleador! En
medio de ese rigor no faltaba una vihuela, con que el pobre se
consuela cantando coplas de amor.
Yo también, que desde
chango unido al canto crecí, más de un barato pedí y pa'los piones
cantaba. ¡Lo que a ellos les pasaba también me pasaba a mí!
Cuando
yo aprendí a cantar armaba con pocos rollos. Y en la orilla de un
arroyo bajo las ramas de un sauce, crecí mirando en el cauce mis sueños
de pobre criollo.
Cuando sentí una alegría; cuando el dolor me
golpió; cuando una duda mordió mi corazón de paisano, desde el fondo de
los llanos vino un canto y me curó...
En esos tiempos pasaban cosas
que ya no pasan. Cada cual tenía un cantar o copla de
anochecida. Formas de curar la herida que sangra en el
trajinar.
Algunos cantaban bien. Otros, pobres, más o menos... Mas
no eran cantos ajenos, aunque marca no tenían. Y todos se
entretenían guitarreando hasta el desvelo.
Por ahí se allegaba un
maistro, de esos puebleros letraos; juntaba tropa y versiaos que iban
después a un libraco, y el hombre forraba el saco con lo que otros han
pensao.
Los peones formaban versos con sus antiguos
dolores. Después vienen los señores con un cuaderno en la mano, copian
el canto paisano y presumen de escritores.
El criollo cuida su
flete, su guitarra y su mujer; siente que enfrenta un deber cada vez
que da la mano; y aunque pa'todo es baquiano sólo el canto ha de
perder.
¡Coplas que lo acompañaron en las quebradas
desiertas, aromas de flores muertas y de patriadas vividas, fueron la
luz encendida para sus noches despiertas!...
Se aflije si se le
pierde un bozal, un maneador, pero no siente furor si al escucharle una
trova, viene un pueblero y le roba su mejor canto de amor.
De
seguro, si uno piensa, le halla el nudo a la madeja, porque la copla más
vieja, como la raíz de la vida, tiene el alma por guarida, que es ande
anidan las quejas.
Por eso el hombre al cantar con emoción
verdadera, echa su pena p'ajuera pa que la lleven los vientos, y ansí,
siquiera un momento se alivia su embichadera.
No es que no ame a su
trova ni que desprecie su canto. Es como cuando un quebranto en la
noche de los llanos hace aflojar al paisano y el viento le lleva el
llanto.
En asuntos del cantar, la vida nos va enseñando que sólo se
va volando la copla que es livianita. Siempre caza palomitas cualquiera
que anda cazando...
Pero si el canto es protesta contra la ley del
patrón, se arrastra de peón a peón en un profundo murmuyo, y marcha al
ras de los yuyos como chasque en un malón.
Se pueden perder mil
trovas ande se canten quereres, versos de dichas, placeres, carreras y
diversiones; suspiros de corazones y líricos padeceres.
Pero si la
copla cuenta del paisanaje la historia, ande el peón vueltea la
noria de las miserias sufridas, ésa, se queda prendida como abrojo en
la memoria!
Lo que nos hizo dichosos tal vez se pueda olvidar; los
años en su pasar mudarán los pensamientos. Pero angustias y
tormentos son marcas que han de durar...
Estas cosas que yo
pienso no salen por ocurrencia. Para formar mi esperencia yo masco
antes de tragar. Ha sido largo el rodar de ande saqué la
alvertencia.
Si uno pulsa la guitarra pa cantar coplas de amor, de
potros, de domador, de la sierra y las estrellas, dicen : ¡Qué cosa más
bella! ¡Si canta que es un primor!
Pero si uno, como Fierro, por
ahíi se larga opinando, el pobre se va acercando con las orejas
alertas, y el rico vicha la puerta y se aleja reculando.
Debe
trazar bien su melga quien se tenga por cantor, porque sólo el
impostor se acomoda en toda huella. Que elija una sola estrella quien
quiera ser sembrador...
En el trance de elegir que mire el hombre
p'adentro, ande se hacen los encuentros de pensares y sentires. Después
que tire ande tire, con la concencia por centro.
Hay diferentes
montones, unos grandes, y otros chicos. Si va pal montón del rico el
pobre que piensa poco, detrás de los equivocos se vienen los
perjudicos.
Yo vengo de muy abajo, y muy arriba no estoy. Al pobre
mi canto doy y así lo paso contento, porque estoy en mi elemento y ahí
valgo por lo que soy.
Si alguna vuelta he cantao ante panzudos
patrones, he picaneao las razones profundas del pobrerío. Yo no
traiciono a los míos por palmas ni patacones.
Aunque canto en todo
rumbo tengo un rumbo preferido. Siempre canté estremecido las penas del
paisanaje, la explotación y el ultraje de mis hermanos queridos.
Pa
que cambiaran las cosas busqué rumbo y me perdí; al tiempo, cuenta me
dí y agarré por buen camino. ¡Antes que nada, argentino; y a mi bandera
seguí...!
Yo soy del norte y del sur, del llano y del litoral; y
naide lo tome a mal si hay mil gramos en el kilo. Ande quiera estoy
tranquillo pero ensillao, soy bagual.
El cantor debe ser libre pa
desarrollar su cencia. Sin buscar la convenencia ni alistarse con
padrinos. De esos oscuros caminos yo ya tengo la experiencia.
Yo
canto, por ser antiguos cantos que ya son eternos; y hasta parecen
modernos por lo que en ellos vichamos. Con el canto nos tapamos para
entibiar los inviernos...
Y no canto a los tiranos ni por orden del
patrón. El pillo y el trapalón que se arreglen por su lado con
payadores comprados y cantores de salón.
Por la fuerza de mi
canto conozco celda y penal. Con fiereza sin igual más de una vez fui
golpiao, y al calabozo tirao como tarro al basural.
Se puede matar
a un hombre. Pueden su rostro manchar, su guitarra chamuscar. ¡Pero el
ideal de la vida, esa es leñita prendida que naide ha de
apagar!
Los malos se van alzando todo lo que hallan por ahí; como
granitos de maíz siembran los peores ejemplos, y se viene bajo el
templo de la decencia del país.
Detrás del ruido del oro van los
maulas como hacienda; no hay flojo que no se venda por una sucia
moneda; mas, siempre en mi tierra queda gauchaje que la
defienda.
Cantor que cante a los pobres ni muerto se ha de
callar. Pues ande vaya a parar el canto de ese cristiano, no ha de
faltar el paisano que lo haga resucitar.
El estanciero presume de
gauchismo y arrogancia. El cree que es extravagancia que su peón viva
mejor. Mas, no sabe ese señor que por su peón tiene estancia.
Aquel
que tenga sus reales hace muy bien en cuidarlos; pero si quiere
aumentarlos que a la ley no se haga el sordo. Que en todo puchero
gordo los choclos se vuelven marlos.
Una vuelta, sin
trabajo, andaba por Tucumán, y en una fonda, ande van cantores de
madrugada, me acerqué pa la payada que siempre ha sido mi
afán.
Aunque extrañando la monta me le apilé a un instrumento. Y al
cabo de algún momento le di puerta a una baguala, con una coplita
rala de esas que llevan los vientos.
Tal vez fuera la
guitarra. ¡Tan lindo como sonaba! Mi corazón remontaba tristezas de los
caminos, y lo maldije al destino que tantas penas me daba.
Un
hombre se me acercó y me dijo : ¿Qué hace acá? Viaje pa la gran
ciudad que allí lo van a entender; áhi tendrá fama, placer y plata pa
regalar.
¡Para qué lo habré escuchao! ¡Si era la voz del
mandinga! Buenos Aires, ciudá gringa, me tuvo muy apretao. Tuitos se me
hacían a un lao como cuerpo a la jeringa.
Y eso que no vine
pobre pues traiba alpargatas nuevas. Las viejas pa cuando llueva en la
alforja las metí; un pantalón color gris y un saco tirando a
leva.
Saltando de radio en radio anduve, figuresé. Cuatro meses me
pasé en partidas malogradas; naide aseguraba nada, y sin plata me
quedé.
Vendí mis lindas alforjas. Mi guitarra, ¡la vendi! En mi
pobreza, ay de mí, me hubiera gustao guardala. ¡Tanto me ha costao
comprarla Pero, en fin todo perdí!
¡Vihuela, dónde andarás, qué
manos te están tocando. Noches enteras pensando siquiera como
consuelo, que sea un canto de este suelo lo que te están
arrancando...!
Cuando el máiz está en barbecho luce un color
brillantón; las hebras, como un nailón presumen con sus lindezas. Pero
agachan la cabeza si las agarra el carbón.
Igual me pasaba a mí en
aquellos tiempos idos; joven, fuerte, presumido, y cuando se acabó el
queso, volví en un triste regreso poblada l'alma de olvidos.
Cosas
de la juventud... ¡Malhaya, dónde andarás! Aura que estoy bataraz de
tanto cambiar el pelo, recuerdo aquellos develos pero no miro
p'atras.
Me volví pal Tucumán nuevamente a padecer. Y en eso de
andar y ver se pasarán muchos años entre penas, desengaños, esperanzas
y placer.
Mas, no jué tiempo perdido, asegún lo ví después. Porque
supe bien como es la vida de los paisanos. De todos me sentí
hermano, del derecho y del revés.
Siempre recuerdo los tiempos en
que guapiando pasé, los cerros que atravesé buscando lo que no
hallaba, y hasta a veces me quedaba por esos campos de a pie.
La
vida me fué enseñando lo que vale una guitarra; por ella anduve en las
farras tal vez hecho un estropício, y casi me agarra el vicio con sus
invisibles garras.
Menos mal que llevo adentro lo que la tierra me
dio. Patria, raza o que sé yo, pero que me iba salvando, y así, seguí
caminando por los caminos de Dios.
Pero como en la payada bien
llamada contrapunto no acaba en esto el asunto sino que debe
seguir, algo mas debo decir en la cuestión de los puntos.
Yo no
consegui aclarar, y no me explico el motivo, tres puntos
consecutivos que algunos suelen usar. ¿Alguien me puede explicar estos
puntos suspensivos?
Yo
quiero luz de luna para mi noche triste para soñar divina la ilusión
que me trajiste para sentirte mía, mía tú como ninguna pues desde
que te fuiste no he tenido luz de luna pues desde que te fuiste no
he tenido luz de luna si ya no vuelves nunca provincianita mía a mi
senda querida que está triste y está fría en vez de en mi almohada
lloraré sobre mi tumba pues desde que te fuiste no he tenido luz de
luna pues desde que te fuiste no he tenido luz de luna yo siento tus
amarras como garfios, como garras que me ahogan en la playa de la
farra y el dolor y siento tus cadenas a rastras en mi noche callada
que sea plenilunada y azul como ninguna pues desde que te fuiste
no he tenido luz de luna pues desde que te fuiste no he tenido
luz de luna.
Ojala que te vaya bonito, ojala que se acaben tus penas; que te digan que yo ya no existo, que conozcas personas mas buenas; que te den lo que no pude darte, aunque yo te haya dado de todo, nunca mas volvere a molestarte; te adore, te perdi, ya ni modo.
Cuantas cosas quedaron prendidas hasta dentro del fondo de mi alma, cuantas luces dejaste encendidas yo no se como voy a apagarlas.
Ojala que mi amor no te duela y te olvides de mi para siempre, que se llenen de sangre tus venas y que la vida te vista de suerte; yo no se si tu ausencia me mate, aunque tengo mi pecho de acero; pero nadie me diga cobarde, sin saber hasta donde te quiero.
Cuantas cosas quedaron prendidas hasta dentro del fondo de mi alma, cuantas luces dejaste encendidas yo no se como voy a apagarlas.
Probablemente ya
de mi
te has olvidado.
Y mientras tanto yo,
te seguire esperando.
No me querido ir
para ver si algun dia
que tu quieras volver
me encuentres todavia.
Por eso aun estoy
en el lugar de siempre,
en la misma cuidad,
y con la misma gente,
para que tu al volver
no encuentres nada extrano
y sea como hayer
y nunca mas dejarnos.
Probablemente estoy
pidiendo demasiado.
Se me olvidaba que
ya habiamos terminado,
que nunca volveras,
que nunca me quisiste.
Se me olvido otra vez
que solo yo te quise.